Jesús G. Gigosos ya lleva 25 años dedicado de manera profesional a la caligrafía, ahora en su taller de Fresno de la Vega e impartiendo cursos en la Universidad de León pues, explica, “es cuestión de ir creando la necesidad”.
«¿Qué cómo empezó todo? Pues era todavía un niño y acudí a clase en León a las Anejas. Allí daba clase un maestro que no he olvidado, Elpidio Barriada, que nos dio unas máximas de buena caligrafía y a su vez me encontré con un viejo cuaderno de caligrafía, de aquellos del tipo Rubio, y comencé a practicar con gusto, dibujando las palabras a lápiz, después las perfilaba con un bolígrafo BIC, borraba el lapicero y las rellenaba». Así empezó todo, recuerda Jesús G. Gigosos, quien reconoce que aquella forma de hacer «era muy trabajosa y se hacía eterna». Por eso fue un verdadero hallazgo cuando «descubrí las plumillas de todo tipo y, cómo no, empecé a usarlas y a disfrutar».
Y ahora, muchos años después, Jesús G. Gigosos es un referente en León «en el arte de la buena letra», la caligrafía, a la que lleva 25 años dedicándose de manera profesional en su taller de Fresno de la Vega, en un edificio de la estación del histórico Tren Burra, además de impartir cursos en la Universidad de León, «de donde ya han salido un buen número de alumnos que practican esta técnica, algo que me parece muy importante pues es cuestión de crear necesidades». E ilustra con un ejemplo lo que quiere decir con esta expresión: «En 2019 acudí a Zaragoza a un encuentro de calígrafos, es creo la quinta ciudad más grande de España y no había ningún profesional de la caligrafía por lo que no entendían que se cobrara por ello, que fuéramos profesionales».
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