Felipe Fernández Pérez, de 84 años, es un extraordinario artesano de la madera que además siente pasión por la historia de los mejores barcos de nuestra Armada.
«Cuando era un niño en Valencia de Don Juan, que allí nací, nada más que llovía salía a la carretera que estaba llena de charcos y me ponía a jugar con barcos de madera rudimentarios que yo me hacía, con sus velas y todo. Así que cuando me preguntas por esta pasión mía por la madera y los barcos no te miento si te digo que es de toda la vida».
Lo recuerda Felipe Fernández, de 84 años, rodeado de las fieles reproducciones de barcos y otros trabajos en madera en su taller de Fresno de la Vega, en las dependencias de lo que fue la estación del histórico Tren Burra. Lamenta esta pandemia que estamos viviendo pues «no puede venir gente a aprender, a que les enseñe, algunos son muy buenos y lo que más me gusta es contarle mis secretos a gente que va a ser mejor que yo». Es absolutamente sincero pues le avala el hecho de que lo lleva haciendo años y saber que su gran sueño sería que «estos trabajos, sobre todo la colección de los mejores barcos de nuestra Armada, pudiera estar recogida en algún sitio y, sobre todo, que los chavales pudieran aprender historia con ellos, se entiende todo mucho mejor, viendo el barco, su historia, hasta el lugar exacto donde murieron grandes marinos, como el Almirante Churruca, en el San Juan Nepomuceno, que aquí lo tengo»
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